LA TESTARUDEZ IMPIDE TODO PROGRESO
Por cuanto conozco que eres duro, y barra de hierro tu cerviz, y tu frente de bronce. Isaiah 48:4.
La testarudez es un mal rasgo del carácter, y si no se la vence, puede hacer mucho daño. El testarudo nunca cede cuando se trata de sus propios conceptos e ideas. La causa de la testarudez es la estrechez de mente. Hay hombres de gran capacidad intelectual que han permitido que la testarudez llegue a formar parte de su carácter, y no quieren creer que algo sea correcto porque no se originó en ellos.
La testarudez impide todo progreso. El obstinado no se convence fácilmente de nada cuya vista no logra abarcar. No sabe lo que significa andar por fe. Se aferra a sus propios planes y opiniones, sean correctos o incorrectos, porque ya ha adoptado esos conceptos. Puede tener cantidad de razones para verificar que está errado; sus hermanos pueden elevar sus voces contra las opiniones y los métodos que quiera aplicar para el éxito de la obra, pero él erige en su corazón una barrera prácticamente inamovible contra la convicción. . . Insinuará conceptos que no dispondrán del apoyo ni de la experiencia ni del juicio de hombres que son en todo sentido tan inteligentes y tan sabios como él. Presentará sus argumentos como si conociera el fin desde el principio, y expondrá sus ideas como si fueran la última palabra. El yo ha sido por tanto tiempo el elemento dominante, que el pobre hombre considera que es virtud sostener, según él cree, sus propias opiniones. Si no se siguen sus planes, a cada momento presentará objeciones, ya sea en asuntos importantes o de menor cuantía. Se aferrará a sus palabras, no importa si son verdaderas o totalmente falsas. Esta costumbre, repetida a menudo, se convierte en un hábito arraigado, y llega a formar parte del carácter. . .